¡Hola! Estoy super feliz de verte aquí, en este blog, para que nos tomemos unos momentos, para pensar en lo que más nos importa: Tu Salud.
El día de hoy me llama mucho la atención un concepto en particular. Mucho escuchamos sobre el “sistema de salud”. Conocemos a muchos actores de este sistema de salud: el doctor de cabecera, las enfermeras que nos visitan en casa, el personal del hospital, el sistema administrativo que sostiene la seguridad social, etc. Pero si reflexionamos de verdad… ¿Cuándo exactamente solemos solicitar este sistema? Bueno… ¡Me parece que cuándo nos duele algo!
No se nos ocurriría pedirle una cita al médico y una vez en su oficina contarle que no nos duele nada, que estamos bien, que no tenemos ninguna molestia. ¿Te imaginas su reacción? Probablemente nos diría: “¿Pero entonces por qué estás aquí, haciéndome perder el tiempo mientras verdaderos enfermos requieren mi atención?”
¡Pues justo! Nos hemos acostumbrado a enfocarnos en los síntomas, en lo que nos duele tanto que ya no lo podemos aguantar… Si buscamos la palabra síntoma en el diccionario, nos sale que es la “manifestación reveladora de una enfermedad”. Lo interesante aquí es la palabra “reveladora”. Si lo revelamos, significa que lleva ya tiempo allí escondido…
En otras palabras, podríamos decir que el síntoma es la última señal que nos manda el cuerpo como para avisarnos de que algo le está sucediendo. Lo que significa que nuestro sistema de salud en realidad está basado en la enfermedad.
¿Dirías que la respuesta internacional frente a esta pandemia mundial ha sido enfocada en la Enfermedad o en la Salud? Conoces bien la respuesta… ¡Y esto sería tema para otro artículo!
¡Ahora imaginemos que vayamos a ver a un médico ANTES de que aparecieran estos síntomas, o sea antes de que nos sintiéramos enfermos… o sea estando en buena forma y queriendo permanecerlo! ¿Esto no sería un “sistema de salud” más eficaz?
Nosotros, quiroprácticos, vemos a todo tipo de personas acudir al centro. Algunas con síntomas debilitantes, otros con síntomas leves, y otros sin síntomas. Sin embargo, a cada una de estas personas, la quiropráctica ofrece lo mismo: la capacidad para el cuerpo de adaptarse mejor a sí mismo y a su entorno. En estas condiciones, si confías en él (tu cuerpo) y si le devuelves todo su poder inicial mediante ajustes regulares, le permitirás funcionar y luchar de la mejor forma y lograrás un estado más durable de bienestar.
En conclusión, no hay que esperar ver el humo negro encima del bosque para gritar y llamar a los bomberos. Hay que cuidar de este bosque, evitar que se seque y no dejar que caiga la chispa que puede prenderle fuego. Tampoco hay que esperar que una planta se vea mustia para regarla un poco cada día. Con el cuidado justo, la veremos crecer y abrirse con toda su hermosura. Esta pequeña reflexión me recuerda una de las frases claves de uno de los fundadores de la quiropráctica, D.D. Palmer: “hay una gran diferencia entre tratar síntomas y trabajar con la causa”.
En un próximo artículo, te hablare de cómo la quiropráctica se enfoca en la causa de los síntomas y cómo podrás lograr un verdadero sistema de salud confiando en ella.